Mientras el mundo occidental se plantea donde queda nuestra humanidad después de los atentados acontecidos en París el pasado viernes, Cesc Gay nos da una lección de la misma en ‘Truman’.
He de reconocer que visto el trailer la película no me atraía en exceso, y solo las múltiples recomendaciones de amigos y familiares consiguieron generar en mi interés por esta cinta. Una vez vista, no puedo más que agradecérselo. ‘Truman’ es una historia sencilla, dura, conmovedora y llena de esperanza. Esperanza por el poder la amistad, de esa amistad verdadera que es capaz de anteponer los intereses de un amigo a los de uno mismo. Y en ese juego de la amistad entran dos fabulosos actores, Ricardo Darín y Javier Cámara.
El dúo protagonista interpreta a una pareja de amigos que se reencuentran cuando Julián (Ricardo Darín) decide dejar el tratamiento de quimioterapia al que se somete para tratar de paliar su cáncer. El afectado toma una de esas decisiones tan duras como comprensibles para tratar de pasar sus últimos días alejado de médicos y hospitales, mientras su amigo, Tomás (Javier Cámara), se traslada de Canadá a Madrid para estar a su lado.
Un trabajo de dirección impecable, con unas interpretaciones sublimes, y una historia narrada a través del dolor, de la conmoción y de la vida misma. Cesc Gay no convierte el cáncer en un dramón, sino que lo representa de forma muy simple, como cualquiera podría vivirlo. ¿Cómo pasar los últimos días de tu vida? ¿Cómo dejarla atada y sin hacer daño a quien más quieres? Este tipo de conflictos se plantean en ‘Truman’ con una sutileza conmovedora. El dolor y el sufrimiento están ahí, tan escondidos como latentes durante toda la película, pero sus protagonistas lo viven de forma natural, mostrándolo solo a través de pequeños gestos o detalles con un inmenso significado.
En ‘Truman’ encontramos una pareja de actores capaces de aguantar la película por si mismos. Por un lado, Ricardo Darín aumenta su leyenda con una actuación extraordinaria, mientras por otro, Javier Cámara no se deja pisotear y sostiene su personaje con una interpretación de altura. Ambos forjan un dúo irrepetible que nos regala casi dos horas de película.
En definitiva, ‘Truman’ narra una historia repleta de sentimiento con un ritmo pausado y alejado de adrenalina, sin llegar a hacerse lento. Es un ejercicio de humanidad en el que el humor y el dolor se mezclan para representar algo tan bello y a la vez tan duro como la vida real.
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