Tras las Navidades llega a nuestras pantallas un film fuera del panorama blockbuster norteamericano al que nos tienen acostumbrados estas fechas. Estrenada en Estados Unidos el día de Navidad y sin querer competir en España con grandes títulos de los que hemos podido disfrutar durante las últimas semanas, este viernes se estrena Joy, película de David O. Russell en la que deja su sello desde el primer fotograma.
Joy (Jennifer Lawrence) es una madre soltera de dos hijos, un niño y una niña, que vive junto con su madre, Terri, su abuela, MiMi, y su ex-marido, Tony. Su padre, Rudy (Robert de Niro), casado tres veces, y divorciado otras tres, le ha dado una hermanastra mayor a la que no puede ni ver. Ambos trabajan en un taller de reparación de coches, mientras que su madre se dedica a ver telenovelas en su cuarto durante todo el día.
La última conquista de Rudy es la italiana Trudy, cuyo fallecido marido le había dejado una pequeña fortuna y un velero con el que surcar la costa este de los Estados Unidos. Trudy, con buen ojo para los negocios, invita a la familia de Rudy a pasar el día en el barco, cuando de repente un fuerte oleaje sacude la embarcación y hace que Joy tire las copas de vino sobre el suelo de madera. Al escurrir la fregona con la que lo había limpiado, se llena de cortes las manos y se le ocurre la solución definitiva a aquel problema, que seguro estaban viviendo millones de amas de casa del país, la MiracleMop.
Con la ayuda inicial de Trudy, comienzan a producir la fregona milagrosa, pero desde el primer momento comienzan a surgir problemas que impiden que Joy tenga éxito con su invento. Ella persigue sus sueños y consigue llegar a QVC, una cadena especializada en teletienda, donde conoce a Neil Walker (Bradley Cooper) quien le ayudará a que su producto sea más conocido en los hogares.
Una tragicomedia biográfica que narra la vida de Joy Mangano y donde no encontraremos ni buenos ni malos, sino sueño por los que hay que luchar y caminos llenos de obstáculos. Es por ello que el largometraje no tiene grandes giros de guión y la historia es más o menos predecible. Aún así, el director consigue mantenernos durante dos horas enganchados al clima de caos y estrés en el que vive Joy.
Jennifer Lawrence sale del papel de heroína de ficción, y toca un registro donde todavía no la habíamos visto. Trabajando de nuevo junto con Bradley Cooper, ambos actores fetiche para Russell, es ella la que lleva el peso de la película en esta ocasión, adentrándose en la dura realidad de una mujer emprendedora que llegó a forjar su propio imperio en la teletienda norteamericana.
Mientras que Robert de Niro y Bradley Cooper mantienen su papel de actores secundarios, haciendo de padre y de «amigo de negocios» respectivamente, sin robar protagonismo a Jennifer en ningún momento, quedando así muy equilibrado el rol de cada uno. El resto del reparto alimenta toda la historia y nutren al personaje de Joy de detalles que irán constituyendo su personalidad y haciendo que el film evolucione.
Sin lugar a dudas las dos nominaciones a los Globos de Oro (mejor actriz y mejor película) son más que merecidas y la distribuidora aquí, en España, ha estado muy inteligente dejando que la película se estrenase pasadas las fechas navideñas, ya que habría perdido fuerza entre los grandes estrenos comerciales, restándole el reconocimiento que se gana a pulso.
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