‘Black Mass’, crítica.

Antes de que llegara el viernes, un servidor estuvo nostálgico cinematográficamente hablando. Añoraba aquellas películas de mafias y gangsters de las que tanto suelo recordar con mis amigos, largometrajes que han marcado un hito: «Uno de los nuestros», «El Padrino», «Casino», y un sinfín de ellas que han pasado a la historia de este género. Pero, tras ver ‘Black Mass’, abandoné la sala con la sensación de estar a punto de reencontrarme con un título que engrosara aquella Black-Mass-Movie-Poster-4K-Wallpapers-1lista. Dirigida por Scott Cooper y protagonizada por el siempre camaleónico Johnny Depp, acompañado de un reparto privilegiado con actores de la talla de Joel Edgerton, Benedict Cumberbatch, Dakota Jhonson, Kevin Bacon, entre otros,  esta adaptación del Best-seller Black Mass: The True Story of an Unholy Alliance Between the FBI and the Irish Mob (New York. 2001) nos relata la historia de James «Whithey» Bulger, el mayor criminal que ha tenido el infortunio de sufrir la ciudad de Boston y uno de los más buscados por el FBI

En la década de 1970, una alianza se forja entre James Bulger y Jhon Connolly, éste último agente del FBI y fiel admirador de «Jimmy» desde la infancia,  para acabar con un enemigo común: la mafia italiana liderada por Angiulo. Estos dos protagonistas, crecieron juntos en la misma ciudad, y tras su reencuentro años después, deciden ejecutar un pacto en el cual los dos saldrían ganando: mientras Bulger actúa como informante para poder atrapar a los miembros de La Cosa Nostra, éste irá adquiriendo cada vez más poder como criminal, quedando archivados todos sus crímenes por su amigo Connolly y demás agentes, pudiendo así campar a sus anchas, pasando de ser un simple malote a ser el dueño y señor de la ciudad en la que se desarrolla el film. Además, de por medio, aunque con menos protagonismo, está el hermano de James, político de gran influencia, que aun así queda retratado por la protección de éste hacia su hermano, aprovechándose de su ascenso político. Sin embargo, lo que al principio parecía todo maravilloso, muy pronto se les irá de las manos… La narración de la película se desarrolla entre sucesivos saltos en el tiempo, ya que se alternan las confesiones al FBI de los miembros más cercanos a la organización criminal de Bulger, presentándonos desde el inicio de la cinta al primero de ellos, con un regreso al pasado donde las palabras dejan lugar a los hechos tal como se originaron, desde la década de los setenta hasta su posterior final, que no revelaremos…

De lo más destacado de esta producción coloco en el vértice de la pirámide la interpretación de Johnny Depp. Está magnífico y sobre él se sustenta gran parte de la calidad de la historia. Por fin se aleja de personajes fantásticos para meterse en la piel de un personaje real, pero con una personalidad psicópata que black-mass-1hasta con su sonrisa, asusta. Ésta no es su primera incursión en este género, ya que participó en la gran película Donnie Brasco (1997) y Enemigos Públicos (2009), pero en esta ocasión, la caracterización del personaje y hasta su interpretación no verbal es asombrosa, pero viniendo de tal actor lo extraño sería no verle capaz de tal trabajo. Otro de los puntos fuertes de la película es la descripción de la relación entre el poder criminal, policial y político, que nos deja vislumbrar hasta qué punto puede llegar la corrupción moral y abriéndonos los ojos ante otros tantos casos de tal índole que se han dado en los últimos tiempos y que, a día de hoy, siguen existiendo. La peligrosa relación entre lo criminal y lo policial, liderada sobre todo por James y secundada por un admirador vasallo con placa, es una constante hasta su final, y para desatascar esta situación se encuentra la política, la cual su palabra va a misa, y claro, Bulger es el cura de la parroquia y su hermano, el obispo. Sin embargo, esta cuestión intenta quedar disfrazada bajo el pretexto de la lealtad, una actitud la cual es santo y seña de esta película, y que el director ha querido dejar bien patente: los códigos de honor que se desarrollan desde la infancia, la cero tolerancia hacia los soplones, la amistad, el parentesco familiar, etc.

Por otra parte, lo que más echó en falta este amago de crítico que les escribe fue la práctica ausencia de un desarrollo en la vida personal de los protagonistas principales, la cual en las grandes producciones mencionadas al principio tienen un gran calado dentro de la trama y son un contrapeso perfecto a la fachada criminal o más malévola de los personajes. Cierto es que tratan algunos sucesos familiares de la vida de Bulger y también nos permite ver como flaquea el matrimonio del agente Connolly, pero apenas son unas pinceladas, como si estas secuencias fueran forzadas a ser incluidas en el montaje final o bien el director no quiso asumir el riesgo de un metraje más largo ante un posible suicidio en la calidad de la película. Cabe recordar que han habido películas de este género que han durado más de tres horas, y qué tres horas…Cine puro. No obstante, no es algo a reprochar de manera contundente ya que, en definitiva, el conjunto de la película (dirección, interpretación, guión, producción, fotografía, etc.) están a la altura, lográndose establecer una beneficiosa armonía entre buen cine y el afán de éste por el espectador.

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