El arte es capaz de influir, de hacernos descubrir y revelar una parte de nosotros que no creíamos conocer. Nos abre puertas, nos cambia la percepción y abre nuestra mente hacia otros mundos jamás vistos. Años de historia corroboran como el arte representa la sociedad del momento, las tendencias de la época, sus gustos, aficiones, sus costumbres, su forma de ser y, sobre todo, los diferentes tipos de sociedades y ambientes. Incluso, como estos van evolucionando.
Los artistas, no siempre conscientes de su poder, fluyen a través del arte, de las tendencias del momento, para reflejar una realidad social o su percepción del mundo. Es así, como en el documental de ‘Van Gogh y Japón’ expresa el carácter imperante de un movimiento en Europa, el japonismo. Toda una corriente cultural que nos traslada a Oriente gracias a diferentes representaciones y grabados de la época. Una tendencia que impera sobre todo en Francia. Van Gogh, cautivado por la fuerza del japonismo, se obsesionará con su arte, con los colores y con las escenas que representa. Hasta tal punto de que todo su ambiente le recordará a este movimiento y, por consiguiente, a Japón.
Historia y arte se unen para contarnos otra de las tantas facetas del artista. Vemos a un apasionado Van Gogh que mediante las cartas que enviaba a sus amigos, y en especial a su hermano Theo, nos hace sentir con intensidad un Japón en estado puro. En busca de su identidad, del artista que realmente quiere ser, viaja a París, al epicentro del arte, dónde vanguardias y artistas se encuentran para dar lugar a las más hermosas obras. Innovación, puntillismo, impresionismo, serían algunas de las enseñanzas que adquiría el artista.
Van Gogh era una persona inconformista, que quería crear su propia comunidad de artistas. Nutrirse los unos a los otros, transmitir sus enseñanzas, aprender los unos de los otros. Por ello participará en diferentes charlas sobre el Ukiyo-e, proveniente de Japón. Imágenes planas que Tamasa importó en Europa durante 10 años. Grabados planos que representan mujeres en los típicos jardines orientales, la figura del buda, etc, son algunas de las representaciones de este movimiento. Pero Van Gogh decide no quedarse solo aquí, como modernista, y también el Ukiyo-e al representar el modernismo en esa época, va más allá.
Para ello, capta la esencia de este estilo, realizando los más hermosos retratos que hoy admiramos aún. Figuras planas, colores vivos, rasgos y detalles orientales, etc. Aprovecha la esencia del estilo Ukiyo-e y va mucho más allá, no se limita. En Francia el japonismo en 1872 era el boom del momento, los grabados eran bastante caros. Mientras que Van Gogh ahí vio una oportunidad. Adquiría todos los que podía, a precios más baratos, según el documental, un total de 600 grabados, en los que no gastó mucho. Y los cuales compartía con amigos y familiares.
Encuentra en el japonismo una expresión nueva de su arte. Cansado de la vida y de las decepciones de la gran ciudad decide irse a Provenza, al sur de Francia, dónde residirá en Arles hasta el brote de locura que le hará perder su oreja (hoy en día tampoco se sabe bien si se la cortó o se la cortaron). Tras esto decidiría internarse en un centro para poder recuperarse, aunque la depresión siempre será una sombra que nublará su vida.
Su tiempo en Arles hace que su arte se consolide, su estilo único. Vemos como este entorno sirve de inspiración para sus retratos. Incluso, La Habitación Azul y Los Girasoles, los pintará durante esa época, en concreto cuando viene un amigo que quiere decorar su casa. Un genio atormentado que vagará por el mundo y que, a pesar de su obsesión por Japón, nunca viajará para conocerla en persona. Es como un sueño que quiere mantener en su imaginario y que siempre verá plasmado en la naturaleza de Arles que tanto le recuerda a su amor por Japón.
Un documental que nos transporta a otro mundo. ¿Una obsesión que lo lleva a la locura?, quizás, quién sabe. Solo sabemos que fue un gran artista, eso no cabe duda. Los misterios de su vida siempre serán una incógnita para nosotros. Una persona que hasta su muerte no sería reconocida como el artista que fue, único y grande. Incluso, su amada Japón, admirará cada trazo que dio su pincel y cada referente que plasmó en sus cuadros. Ahora y siempre, Japón y Van Gogh estarán unidos.
Si quieren disfrutar de este documental y saber mucho más pueden encontrar más información en temporadadearte.com. No duden en ir, vale mucho la pena, conocerán otra perspectiva del artista y de su pensamiento.
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