Mentiras «piadosas» para acabar bien la semana

Asistimos al estreno de una nueva temporada de ‘La verdad de los domingos’, en cartel hasta el 3 de febrero de 2019

Entras a la Sala Mirador y empiezas a hacerte preguntas. Una tras otra. Es precisamente lo que este monólogo quiere conseguir, aunque tú todavía no lo sepas. Vas dándote cuenta de muchas cuestiones que hasta entonces te habías limitado a ignorar, por incomodidad o por miedo. Te ves envuelto en una situación un tanto surrealista donde incluso llegas a dudar de tu capacidad para distinguir entre realidad y ficción. ¿Qué forma parte del guión y qué es pura improvisación? ¿En qué punto se produce la fusión entre actor y personaje?

Hay solo cinco elementos sobre el “escenario”: una torre de libros y unos globos a la izquierda, un sillón negro y una nevera portátil a la derecha, y una alfombra verde en el centro. Moviéndose entre ellos –y entre el público, que se convierte desde el principio en el sexto elemento de la obra- Íñigo Asiaín adopta el papel de Héctor Sinisterra, un polémico escritor de libros de autoayuda cuyo discurso en torno a la sociedad está plagado de mordaces acusaciones y lacerantes críticas, a veces exageradas en demasía.

Pero este no es un espectáculo teatral al uso y, por ende, tampoco lo es su protagonista. En una conversación directa y en ocasiones desconcertante con quienes le rodean en el patio de butacas, Héctor invita a reflexionar sobre el poder de las palabras y la filosofía de la mentira, lo que remite en cierto modo a la teoría epistemológica nietzscheana. Asimismo, mediante un uso inteligente de la carcajada, se origina en cada uno de nosotros un proceso de introspección que saca a la luz nuestros deseos más ocultos, así como la manera en la que nos engañamos y  caemos en contradicciones.

“Nos callamos todo aquello que nos gustaría decir pero que es políticamente incorrecto”. A lo largo de una hora, Asiaín aborda en su interpretación diversos temas como los problemas sentimentales, los traumas infantiles, las relaciones paterno-filiales o el insaciable egoísmo humano, intentando cubrir el amplio espectro de personalidades que encarna el público. Y, estés de acuerdo o no con las afirmaciones de Héctor Sinisterra, lo cierto es que su monólogo no deja a nadie indiferente.

Entonces, ¿cuál es la verdad de los domingos? Pues que necesitamos tener pareja para poder ir acompañados al cine los fines de semana. Que si alguien te llama un domingo por la tarde para que vayas a visitarle, es porque se siente solo, no porque le intereses. Y otras tantas cosas más cuyas claves se nos esbozan en la obra. Basta con fijarse bien en los gestos de nuestros amigos y familiares: en cómo se rascan la nariz, se tapan la boca, se frotan el ojo. La única verdad es que mentimos constantemente y, lo peor de todo, justificamos cada uno de nuestros engaños para autoconvencernos de que son absolutamente necesarios y de que eso no nos convierte en personas detestables. Porque, para nosotros, “el costo de la mentira es asumible”.

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