Viajamos a Holanda, «la floristería del mundo», tranquilidad, diversión, cultura, historia y gastronomía. ¡Sumérgete con nosotros!
Viajar con amigos es una de las experiencias más enriquecedoras, en la cual se combina diversión, turismo y, por supuesto, coordinación. Si bien es cierto que nuestra lista de destinos post-exámenes era un tanto extensa, terminamos decantándonos por Holanda, un país desconocido para muchos de nosotros. Aunque nuestra idea principal era hospedarnos en distintas ciudades holandesas, los caros precios del país nos llevaron a elegir alojarnos en Ámsterdam y realizar excursiones diarias.
Cómo llegar a Ámsterdam
Desde Madrid llegamos al aeropuerto de Eindhoven. Cabe decir que no es el más concurrido por aquellos que quieren desplazarse a la capital, dado que el de Schiphol tiene mejor combinación. Sin embargo, la diferencia económica entre vuelos fue lo suficientemente considerable para que eligiéramos esta opción. Para desplazarnos hacia Ámsterdam tuvimos que coger un autobús (entre 4-5 euros) hasta Eindhoven Central y tras esto un tren hacia Ámsterdam Central (entre 6-10 euros). ¡Ojo! a partir de 4 personas hay descuentos de grupo en toda la red ferroviaria holandesa, cuya compañía es NS. Tras más de una hora, conseguimos llegar a la ciudad, abarrotada a casi cualquier hora y, aún más, si es sábado noche.
Ámsterdam, «la Venecia del norte»
Durante 3 días completos estuvimos pateando cada una de las calles de la ciudad de los canales, sus puentes y sus casas. Algo que caracteriza mucho
Ámsterdam es su estética, tan diferente de otras ciudades europeas. Adentrarse en ella es introducirse en una máquina del tiempo hacia otra época, puesto que la gran parte de sus casas se conservan desde siglos anteriores y guardan un encanto de cuento. Sin embargo, a pesar de su gusto por conservar el pasado, la capital holandesa se alza entre las ciudades más modernas de Europa, y casi del mundo. Se trata del vivo ejemplo de la dualidad entre la antigüedad y la modernidad.
Ámsterdam es digna de saborear sin prisas, bucear entre sus detalles y perderse entre sus historias. En ella se rodó la conocida película de “Bajo la misma Estrella” y puede visitarse el banco que da vida a una de las escenas más destacadas del largometraje. No obstante, esta ciudad entraña un riesgo que casi ningún turista imagina: las bicicletas. Espíritu de dos ruedas que aparece en cualquier lugar, siempre acechando, y a la espera de que brinques y te apartes rápidamente.
Viajar está ligado a gastronomía y, sin duda, no se puede abandonar Holanda sin probar las patatas fritas (¡hay decenas de puestos!) o sus waffles rellenos de caramelo. Sobre qué visitar en Ámsterdam…, en este post se explica todo lo necesario para no perderse nada: Ámsterdam, nuestra ciudad favorita de Europa.
Leiden: “la pequeña Ámsterdam”
A apenas 35 minutos en tren desde la capital encontramos Leiden, la también conocida como “la pequeña Ámsterdam”. Se trata de una de las más conocidas ciudades universitarias de Holanda y cuna de Rembrandt. Esta ciudad alberga un gran número de molinos de viento, símbolo del país, entre los que destaca el dedicado al pintor barroco. A pesar de su parecido estético con Ámsterdam, su menor popularidad permite disfrutar más de su encanto, alejado de las mareas de turistas. Para disfrutar de las vistas más espectaculares, tan solo hay que subir al castillo de Burcht van Leiden, del siglo XI. Se trata de una fortaleza circular en el centro de la ciudad desde donde pueden apreciarse sus canales y tejados anaranjados. Algo que nos llamó mucho la atención fue el fuerte compromiso que tiene la Universidad de Leiden con la literatura y cultura. Por ello, ha llevado a cabo una iniciativa que consiste en pintar la ciudad de fragmentos literarios de distintos escritores internacionales en diferentes idiomas. Perdiéndonos entre sus calles pudimos encontrar un poema de Pablo Neruda en español.
Edam, Volendam y Marken
Para introducirnos en la Holanda más rural, también conocida como “la floristería del mundo”, decidimos hacer una excursión a 3 pueblecitos. Recorrer la zona menos urbanita del país puede llevarse a cabo mediante un pase de 9 euros con el que se da acceso a todos los autobuses locales de una determinada área durante un día entero (Link para obtener más información sobre los billetes: http://www.localbus.nl/es/).
Se trata de villas pequeñas que se pueden recorrer en algo más de una hora, pero que albergan en su interior el corazón de los Países Bajos. Nuestra primera parada fue Edam, la cuna del queso, cuyas calles adoquinadas nos ofrecieron una estampa de ensueño. La siguiente fue Volendam, un pueblecito pesquero entre gaviotas y figuras de pescadores. Para terminar el día, nuestra última visita fue a Marken, un aldea costera, muy verde y tranquila, donde se respiraba mucha paz a los pies de un faro. Todos estos pueblos se caracterizan por mantener la esencia más auténtica de los Países Bajos y cuentan con varios molinos para contemplar y fotografiar.
Rotterdam, ciudad portuaria
Situada a aproximadamente una hora y cuarto de Ámsterdam, Rotterdam es una de las ciudades que más dista de lo que habíamos conocido del territorio holandés. Destruida casi por completo tras la Segunda Guerra Mundial, Rotterdam fue reconstruida y edificada de nuevo en la segunda mitad del siglo XX. Por ello, cuenta con una arquitectura mucho más gris, industrial y más “centroeuropea”. Del mismo modo, destaca por albergar el tercer puerto marítimo más grande del mundo, precedido del de Shangai y Singapur.
Para conocer bien Rotterdam, lo más recomendable es realizar un free tour en el cual se descubre un poquito de su historia y de los lugares más emblemáticos. Uno de los sitios más curiosos es el denominado Markthal, un mercado de comida internacional cubierto de una fachada traslúcida. Su interior cuenta con coloridos diseños elaborados con la tecnología de Pixar. Sin duda, toda una experiencia gastronómica. No obstante, cabe decir que nuestras altas expectativas con respecto a la ciudad cayeron un poco pues, tanto cultural como estéticamente, esperábamos mucho más.
Con todo ello, recorrer Holanda ha sido una experiencia maravillosa. Se trata de un destino perfecto para todos los amantes de los viajes, el cual combina tranquilidad, diversión, cultura, historia y gastronomía. ¡Atrévete a perderte en ella!
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