Cyril Dion, «O salimos todos juntos, o no salimos.»

El 29 de abril se estrena en España ‘Mañana’, el documental que está generando tanta expectación en Francia y que, seguro, va a cambiar la forma de entender la ecología. Entrevistamos al director de la película, Cyril Dion. El activista ecologista y galardonado productor se sienta con El Grillo Amarillo para contarnos lo que hay detrás de este exitoso proyecto. 

La película surge porque publicas un estudio que preocupa considerablemente al equipo de personas que te acompañan en este roadtrip. ¿Qué es lo que os convence de manera definitiva para hacerlo? Es decir, ¿Qué os hace dar el paso? 

Son amigos míos que se preocupan todos por un futuro, tienen hijos y querían hacer algo al respecto. Y lo que saben hacer es hacer películas. Entonces cuando les propuse hacer una película para cambiar las cosas, dijeron “fenomenal, porque es lo que queremos hacer, es nuestro campo”. 

La película se financió inicialmente con un sistema de crowdfunding. ¿Qué es lo que consideras ha movido a tantas personas a apoyar este proyecto? 

Fuimos muy sinceros, diciendo que nos preocupamos por el futuro. No solo por la ecología, sino también por la economía, por el paro, por la democracia, y eso afecta a todo el mundo. Hay mucha gente que está preocupada, porque ven el terrorismo, la crisis económica, ven la inmigración y dicen “en qué mundo vamos a vivir mañana?” y, como los responsables políticos no proponen nada atractivo y nosotros somos jóvenes, Mélanie es guapa, y tenemos una propuesta que parecía buena -por fin vamos a tener soluciones, damos esperanza, y además es cine auténtico- mucha gente tenía ganas de que existiera. Tuvimos 200.000€ euros en tres días. Y llegamos hasta casi 500.000€.

«No solo nos preocupamos por la ecología, sino también por la economía, por el paro, por la democracia, y eso afecta a todo el mundo»

IMG-20160412-WA0011¿Crees que siempre hay un poder superior que impide esa iniciativa que propone la película?

Evidentemente, y la mayor parte frena esto, no quiere que exista. Por eso pensamos que esta película es necesaria, para crear un movimiento que en cinco o diez años se haga más fuerte. Contra toda esa gente que trata de mantener el sistema tal y como es. Y para nosotros exige imaginación respecto a las representaciones del mundo que tenemos en el cerebro.

Por eso el cine y las historias son importantes, porque empieza siempre así. El mundo tal y como es, viene del cine americano, de la publicidad, que nos ha vendido un mundo e imágenes del mundo que nos han incitado a vivir así. Tenemos que tener ropa, un coche bueno, etcétera, y todo esto son representaciones sociales, por tanto tenemos que utilizar las mismas herramientas para cambiar esas representaciones sociales, y una vez hayan cambiado parecerá natural para la gente el pensar “tener un 4×4 está totalmente pasado de moda”.

¿Cuáles son los efectos que has visto en la sociedad francesa? Nuit Debout, el descontento de las personas actualmente manifestándose en París, ¿de qué manera se relaciona con la película?

Seguramente sí hay una relación. Hay varias películas que han ayudado, sobre todo “Merci Patron!”. Pero también hay mucha gente que está en las plazas de Nuit Debout ahora, que ha visto la película, y nos piden que la proyectemos en todas las ciudades, al aire libre, en las plazas. Vamos a empezar por la Plaza de la República en París, el próximo domingo.

¿Alguna iniciativa de España que os hubiera gustado incluir en el documental?

Dudamos mucho en ir a Barcelona, tuvimos esa duda hasta el final. Es una de las ciudades que tiene más ambiciones en cuestiones de autonomía energética y alimentaria porque la alcaldesa ha dicho que quería llegar a unos objetivos antes de 2040. Y el problema es que no hablo español. Cada vez queríamos ponernos en escena para que sea más íntima y más personal. No podíamos filmar una conversación con un intérprete, por tanto teníamos que hablar inglés o francés.

«Barcelona es una de las ciudades que tiene más ambiciones en cuestiones de autonomía energética y alimentaria»

Estos modelos alternativos que proponéis, conceptos como el de economía verde y circular, o la participación ciudadana, son criticados a veces y catalogados como “ecologismo de ricos”, que requieren ciertas estructuras organizativas y recursos que países en vías de desarrollo quizá no tengan. ¿Funcionan estos modelos en países pobres?

Funcionan en muchos países y cuanto más pobres son los países, mejor funcionan. Por ejemplo, la permacultura o la agroecología son un medio para los campesinos pobres, de no necesitar endeudarse comprando tractores, abonos, pesticidas, que cuestan muy caros. Por tanto, es la agricultura más económica. El reciclaje es muy importante en esos países porque a menudo no tienen muchos medios para extraer recursos naturales, por tanto reutilizar materias primas para fabricar cosas y evitar la necesidad de comprar siempre, es muy importante para ellos. Esto es economía circular.

Tenemos países como Bangladesh por ejemplo, en los que han pasado de no tener electricidad ni teléfono a tener teléfonos móviles y paneles solares en los tejados de las chabolas. Porque el gobierno no tenía dinero para construir una red eléctrica enorme, pero sí para tener solo un pequeño panel solar para alimentar la chabola, tu teléfono, para dar luz suficiente.  Precisamente, la idea es que la gente es más autónoma, no necesita depender de un poder central, pueden hacerlo ellos mismos. Como en Detroit -es gente pobre en Detroit- y son ellos mismos los que plantan las verduras porque nadie se ocupa de ellos.

¿Cuál es el siguiente paso? ¿Qué habría que hacer después de eso? ¿Un impacto en la política?

No son los políticos los que van a cambiar las cosas. Nunca es la gente que tiene el poder la que hace la revolución. En Francia, no fue Luis XVI el que dijo a la gente “salid a la calle, tomad la Bastilla, cortadme la cabeza, y cread una República”. Por tanto, ni François Hollande, ni Angela Merkel, ni Barack Obama van a cambiar las cosas. Somos nosotros, y las nuevas o los nuevos líderes políticos que nacerán de todos los movimientos que vamos a crear.

«Los políticos no van a cambiar las cosas, tenemos que hacerlo nosotros»

¿Cree posible que un movimiento como la revolución de las cacerolas en Islandia pasara en España? Hay una frase de la película que dice “el problema es que nos hemos acostumbrado a que las cosas no cuadren”. En España hay mucha resignación tanto en temas medioambientales como en políticos. Y, en cuestión de números, siendo más del doble de la población islandesa, ¿sería posible un movimiento así?

Es más difícil, porque en Islandia hay más homogeneidad en la población. Todo el mundo se conoce un poco, no hay muchas diferencias de cultura entre la gente, tienen pocos inmigrantes, etcétera. Pero, aunque se tarde más, creo que estaremos obligados a terminar construyendo movimientos así. Dejaremos de oponernos. Para mí, unos de los problemas de movimientos como Podemos o Nuit Debout es que asustan a una parte de la población, que los rechaza. Dicen “uy, son comunistas, extrema izquierda”, y lo que hicieron en Islandia es que todo el mundo se puso de acuerdo diciendo “no es la derecha, no es la izquierda, es la gente que ha entendido que hay que cambiarlo todo, y se ponen a trabajar juntos.” Y eso, actualmente, es lo que falta en el paisaje político, y lo  que permitiría que confiara un número de gente suficiente para realmente cambiar las cosas. Para mi, lo que hemos intentado hacer con la película -y creo que por eso ha ido tanta gente a verla- es que no se identifique como algo de extrema izquierda, cuando, por ejemplo, una película como “Merci Patron!” sí. Y tendrá como 300 o 350 mil espectadores, siempre se queda en un público de militantes. Pero la cuestión es cómo salir de la endogamia y, para ello, tenemos que aceptar que estamos todos en el mismo barco y que no podemos ganar contra los demás. O salimos todos juntos, o no salimos.

«O salimos todos juntos, o no salimos»

El discurso que la película plantea, ¿se acerca más a la idea de progreso o a la de decrecimiento?

Creo que es un poco en el medio entre los dos. Lo que tratamos de decir es que el crecimiento, tal y como nos lo imaginamos hoy, es decir un crecimiento material, infinito, no puede funcionar. Y que necesitamos inventar modelos económicos que regeneren la naturaleza. Lo que quiere decir que podemos seguir teniendo actividad, pero esta actividad necesita ser reflexionada de manera radicalmente distinta, así que hay que hacer lo que en inglés dicen “think outside the box”, realmente salir de esta especie de esquema crecimiento-decrecimiento, para pensar completamente distinto.

¿De dónde surge este rechazo a los temas medioambientales que existe en España y en otros países?

Yo creo que surge porque pone en tela de juicio nuestro confort, y tenemos la sensación de que es un ataque contra las cosas que hemos adquirido. Cosas a las que tenemos derecho. Tengo derecho a tener un coche, tengo derecho a coger un avión, tengo derecho a comer carne, si quiero. Y tenemos la sensación de que es una manera de ir en contra de nuestra libertad. Pero es como para los niños, hay un momento en que han de entender que nuestra libertad se para donde empieza la de los demás, y que si el hecho de ejercer esta libertad tiene consecuencias dramáticas para otros seres humanos y, tarde o temprano, para nosotros mismos, ya no es una libertad, es una prisión. Vamos a ser prisioneros del cambio climático, prisioneros de las desigualdades, prisioneros de los inmigrantes que llegan a nuestros países, por tanto tenemos que reconsiderar lo que llamamos ahora nuestros derechos y nuestras libertades.

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